
Para mí, apartando lo malo, fue un año excelente y memorable, tanto laboral como espiritualmente, pero de las dos cosas que quedarán en mi memoria: el nacimiento de mi sobrino y la noticia de que en el 2012 nace mi nueva sobrina. ¡Genial!
Y así. sin anestesia, se nos encima otro nuevo paquete de 366 días, nuevecitos y sin estrenar, como ese cuaderno nuevo que llevamos al colegio el primer día de clases. Días que quiero vivir, que quiero llenar con nuevas experiencias y empaparlas con las promesas de mi Dios, quien guía cada paso de mi vida.
No se que tiene Dios preparado para mí en el 2012, pero sé que puedo decir con plena confianza como dijo el salmista: "Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre." (Salmos 118.1)
Que Dios te bendiga y que en el 2012 puedas sentir la mano de Dios sobre tus hombros, un fuerte abrazo.
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